Últimamente nos sentamos a cenar
Y la botella siempre está ahí, entre los dos
Como un desafío a nuestra debilidad
Pero somos débiles y ya.
Siempre lo fuimos, para ciertas cosas
Podemos soportar la muerte y el cáncer
Y las cartas documento, pero
La vida sin la botella, es algo más complicado
De resolver.
Siempre nos servimos y brindamos y nos decimos
“te amo”, y es cierto. No sobreactuamos.
Y cuando se acaba la primera, abrimos la segunda,
Pero para entonces ya no hay brindis, ni palabras.
Nos queda la risa y la música y quizás un cigarrillo.
Ella no fuma, pero le gusta verme fumar.
“Te queda bien el cigarrillo, fumá”, me dice, y se para
Y corre a buscarme un Marlboro.
Yo me río y le miro el culo cuando va y las tetas cuando viene
Y después fumo y nos quedamos charlando
Hasta que se acaba el vino
Y la noche se transforma en un desierto.
sábado, 30 de abril de 2011
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