martes, 31 de agosto de 2010

BAILARINES FELICES

Hace un tiempo ella descubrió que para no tener cistitis después de hacer el amor, inmediatamente tiene que echarse una meada.
Así que cada vez que terminamos, sale como el diablo corriendo de la cama.
Y se encierra en el baño y mea por su salud, como quien brinda por la vida eterna.
Y mientras tanto, yo me la limpio como puedo con la toallita de turno.
El mayor beneficio de todo este asunto, es que de pronto nuestras poses mejoraron.
Nuestra intensidad se multiplicó y la violencia nos atrapó por completo.
Y cada embestida es como un cañonazo en el medio de sus piernas, y ella se ríe y gime, mientras yo me río y me contengo para hacerlo durar lo más que puedo.
¡”Cómo estamos cogiendo”!, le digo a veces y ella me dice “Sí”, en una afirmación absolutamente austera, pero cierta.
La otra noche fuimos a un casamiento con varias parejas amigas y notamos que apenas se tocaban. Eran parejas, pero no estaban juntos. Eran parejas, pero estaban separados. Cada uno por su lado, respirando, masticando, bailando, sudando, sin embargo... y yo le dije “qué triste”, y ella me dijo “Sí”, en una afirmación absolutamente austera, pero cierta.
Después nos metimos en la cama cuando amanecía y nos quedamos dormidos de la mano, muertos, como dos bailarines felices, y ya no hay mucho más para contar.

lunes, 16 de agosto de 2010

DE BARRO Y ARENA

Estoy salpicado de la puta mierda de los indecentes que suponen que tienen corazón.
Esas personas sin complejidad, hartos de fracasar,
sin autocrítica ni energía para hacerlo mejor.
Mediocres que creen tener el derecho a mediocrizarlo todo.
Ajenos al esfuerzo, siempre listos y dispuestos a abrazar las debilidades, las perversiones, lo deforme.
El éxito es una mala palabra para ellos.
El dinero una aberración.
El lujo una ofensa.
Y se juntan y fuman y hablan rascandose sus barbas, y suponen que pueden cambiar algo de un mundo que ni siquiera comprenden.
De un universo que derrivó hace tiempo los viejos muros del temor, el odio y la vergüenza.
Pero siguen y siguen y siguen.
Bocas llenas de palabras vacías y falsas.
Y definen "dignidad" sin conocer los efectos de lo indigno, sentados en un café con sus morrales colgados en los respaldos de sus tronos de madera.
Monarcas de barro y arena.
Revolucionarios sin furia.
Filósofos fisurados.
El tiempo y el espacio son la prueba de lo absurdo que resultaron sus oportunidades perdidas.