martes, 31 de agosto de 2010

BAILARINES FELICES

Hace un tiempo ella descubrió que para no tener cistitis después de hacer el amor, inmediatamente tiene que echarse una meada.
Así que cada vez que terminamos, sale como el diablo corriendo de la cama.
Y se encierra en el baño y mea por su salud, como quien brinda por la vida eterna.
Y mientras tanto, yo me la limpio como puedo con la toallita de turno.
El mayor beneficio de todo este asunto, es que de pronto nuestras poses mejoraron.
Nuestra intensidad se multiplicó y la violencia nos atrapó por completo.
Y cada embestida es como un cañonazo en el medio de sus piernas, y ella se ríe y gime, mientras yo me río y me contengo para hacerlo durar lo más que puedo.
¡”Cómo estamos cogiendo”!, le digo a veces y ella me dice “Sí”, en una afirmación absolutamente austera, pero cierta.
La otra noche fuimos a un casamiento con varias parejas amigas y notamos que apenas se tocaban. Eran parejas, pero no estaban juntos. Eran parejas, pero estaban separados. Cada uno por su lado, respirando, masticando, bailando, sudando, sin embargo... y yo le dije “qué triste”, y ella me dijo “Sí”, en una afirmación absolutamente austera, pero cierta.
Después nos metimos en la cama cuando amanecía y nos quedamos dormidos de la mano, muertos, como dos bailarines felices, y ya no hay mucho más para contar.

No hay comentarios: