Estábamos muy duros.
El resto se había quedado en la playa, pero nosotros tres no podíamos dejar de pensar en darnos un saque, así que nos fuimos a mi departamento a encerrarnos como Dios manda en estas circunstancias. Hacía calor, era verano y Mar del Plata reventaba de gente. Gente en el agua, gente en la arena, gente de varios colores, blancos, negros, marrones, rojos, en fin, mucha gente y entre todos no lograban generar algo más interesante que un par de rayas de cocaína recostadas sobre un plato. Así que nos fuimos a la mierda.
- Boludo con lo de ahora se acaba todo – comenté
- Tranqui, esta noche lo veo al Tano – me calmó Dani - ¿me acompañás?
- A qué hora?
- Siete, siete y media.
- Vamos
- Yo no puedo ir – dijo Leo
- No calienta ¿tenés guita ahora? – le preguntó Dani
- Sí
- Dame
Leo sacó unos billetes de la malla y se los entregó a Dani.
- ¿Vos tenés Manu?
- Yo puse por él antes de ayer – le dije
- Ok. Entonces vos tenés que poner más – le dijo Dani a Leo
- No tengo más
- Ves que sos un forro! Siempre lo mismo con vos loco! Te hacés el boludo con la guita pero después tomás como el mejor. – le dijo Dani
- Buen, boludo, qué querés que haga? Mañana te doy
- Ok. Pero hasta mañana no tomás
- No seas pelotudo – dijo Leo
- Hasta mañana no tomás
- Cortála Dani – dije
- Me tiene hinchado los huevos. Eso sí, después anda duro hasta las pelotas.
- Mañana te doy.
Seguimos caminando, subiendo el Parque San Martín esquivando a la multitud que bajaba hacia Playa Grande repletos de bolsos, esterillas, sillitas y heladeras. Playa Grande se estaba yendo al carajo. Desde que habían abierto más zonas públicas había dejado de ser lo que había sido. Grasas. Demasiados grasas embadurnados con bronceadores de mala calidad. Grasas fritos al sol. Si existía la Grasa de las Capitales, seguramente estaba debajo de una sombrilla verde del otro lado de la cuerdita blanca.
Llegamos al edificio y el portero nos miró raro. El tipo sabía todo. Sabía que estábamos zarpados y sabía que estábamos yendo por más. Ni siquiera nos saludó. El piso relucía, así que pisé fuerte para soltar un poco de arena. En el ascensor la ansiedad se hizo insoportable y le pegué una piña en el brazo a Dani.
- La concha de tu madre – me dijo tirando un manotazo a mis huevos
- Paren boludos, este ascensor se va a caer a la mierda – dijo Leo
- Yo la trabajo – dije
- Te quedó whisky? – preguntó Dani
- Whisky y cerveza
- Yo quiero whisky – dijo Dani
- Yo quiero cerveza – dijo Leo
- Yo quiero merca – dije yo
El departamento estaba desordenado y olía mal. Había botellas vacías por todos lados y ceniceros llenos hasta en el piso.
- Lo que no tengo son puchos.
- No boludo, no jodás! – dijo Dani
- Yo tengo – dijo Leo
- Ves forro y vos todavía lo criticás – le dije en joda a Dani
- Dale boludo
Dani y Leo fueron directamente a mi habitación. Yo fui hasta la cocina, busqué un plato, tres vasos y una botella de cerveza fría.
- Tomen. – les di todo y busqué mi billetera en uno de los cajones. Saqué la Mastercard, la bolsita y me senté en la cama. – pasame la silla.
Leo me la alcanzó. Apoyé el plato en la silla y vacié la bolsita sobre él. Algunas pepitas rebotaron y cayeron fuera del plato. Los dedos de los tres se pusieron a pescarlas. Algunas terminaron en nuestras narices y otras en nuestros paladares. Nos miramos todos al mismo tiempo.
- Yo ya tengo ganas de cagar – dijo Leo
- Andá boludo – le dije
- Me clavo una mini y voy, dale
- La pija! – gritó Dani – Una mini las pelotas! Si él toma una mini, tomamos una mini los tres.
- Uy loco! – le dijo Leo
- Uy loco, nada! Siempre hacés lo mismo. Siempre querés sacar ventaja.
- Vamos a hacer algo – intervine – vos vas al baño y mientras tanto yo la corto. Nadie toma nada y listo. No rompan las pelotas.
- Apurate – dijo Dani
Ni bien Leo entró al baño me puse a cortar dos líneas largas y finitas, al tiempo que Dani enrollaba un billete conteniendo la risa.
- Sos un hijo de puta – susurró
- Dale, clavatela
Dani esnifó con fuerza y una de las líneas desapareció. Después pasó el dedo por el plato y se lo chupó. Inmediatamente después yo hice lo mismo y me puse a trabajar y a desparramar para un lado y para el otro, de modo de evitar que Leo sospechara algo. Pero Leo no era ningún boludo y cuando nos vio se dio cuenta de todo.
- Son dos soretes – acusó
- Sentate boludo. Mirá lo que te preparé.
Dani, le pasó el billete y Leo se la metió hasta la manija. La dividió. Mitad por una fosa, mitad por la otra. Y obviamente, después, pasó el dedo por el plato y se lo chupó.
- No tenés una birome – me preguntó Dani
- Qué te pensás? Que tengo una librería?
- Así es una mierda, se queda un montón en el billete – dijo Dani
- Saben lo que escuché el otro día? Que se hizo un estudio no sé dónde y dio que el 85% de los billetes tenían restos de merca. – dijo Leo
- No habrán hecho el estudio en tu billetera? – dijo Dani
Nos reímos y seguí laburando el plato. Armé seis líneas finitas y largas, bien largas y después las volví a cortar por la mitad. Doce rayitas decoraban el plato. Dani me pidió la tarjeta de crédito. Chupé de uno de los bordes y él chupó el otro.
- Ché boludo! Yo estoy pintado? – se quejó Leo
- Vos vení y chupame la pija. Tomá, chupá ahí - le señaló Dani
- Qué buena que está! Este Tano es un conchudo. ¿de dónde la saca? – dijo Leo
- Yo arranco – avisé y me metí dos rayas al hilo. La mierda que estaba buena. – voy a cagar.
Entré al baño resignado. Sabía que iban a sacar ventaja, pero no me importó. Abrí el botiquín y saqué un papelito que tenía escondido dentro de un paquete de antibióticos. Me senté a cagar y mientras cagaba cargué dos veces mi meñique y aspiré. Para terminar lo cargué una vez más y me lo pasé por toda la encía. Cerré el papelito, me lave el culo, guardé el papelito entre los antibióticos y salí. Fui directamente a buscar la botella de whisky y unos cuantos hielos. Leo y Dani estaban con la televisión encendida tratando de ponerse de acuerdo sobre quien estaba más cogible, si Susana Gimenez o Moria Casán.
- Trajiste whisky, sos un genio – me dijo Dani
- Y, cómo vienen? – pregunté
- Loco esto es de primera ¿te sirvo? – preguntó Dani
- Con tres hielos – le dije
- Vos a quién te cogerías? A Moria o a Susana – me preguntó Leo
- A ninguna, son dos viejas chotas
- Pero si tuvieras que elegir – insistió
- A Moria. La debe chupar mejor. Dicen que los trabas son excelentes peteros.
- Dale boludo! En serio.
- Qué se yo. Ya te dije, a Moria. Además no es algo tan importante como para que me digas “en serio”.
- Sí, boludo. Porque el 90% de los tipo a los que le pregunto me dicen lo mismo que vos. Que se cogerían a Moria.
- Y? – pregunté
- Y nada, no entiendo. Susana tiene más rating que Moria, no entiendo.
- Pero qué mierda tiene que ver que la gente prefiera ver en la tele a una, pero cogerse a otra. Es ridículo. Este pibe está loco. Estás loco man. – dijo Dani
- Estoy re – loco! – rió Leo antes de ir sobre el plato. Sácate. Dos adentro. – No sé, son cosas que se me ocurren pensar. Y ya pensar es una mierda.
- Leo, callate – le dije.
- Yo siempre creo que las minas que aparecen en la tele son todas putas – dijo Dani
- Obvio – dijo Leo
- Bueno, en algo estamos los tres de acuerdo. ¿qué mierda están viendo?
- No sé, esta ciudad del orto tiene dos canales y para colmo a la tarde y en verano, está todo el mundo en la playa. Así que te ponen cualquier cosa. – dijo Dani
- Esa no es la serie del angel ese de mierda que protege a la gente? La de papá Ingals – pregunté.
- Sí boludo, ahí está! ¿a culál de las dos Ingals se cojerían? ¿a la cieguita o a la pecosa? – preguntó Leo
- Yo a la pecosa – aseguré
- Yo a la cieguita, así mientras me la cojo puedo mirar la tele sin que se de cuenta. – dijo Dani
- Ja! Eso está bueno. Entonces yo también me cojo a la cieguita. – dijo Leo
- Yo no te la presto – dijo Dani
- Y yo no te presto a Laurita – dije
- Vayanse a la mierda! Me cojo a la chiquitita y listo, que hasta la debe tener más cerradita y todo. – dijo Leo
Los tres nos reímos con fuerza. El whisky estaba de primera. Etiqueta Negra. Fuerte. Difícil de pasar, pero exquisito. Y la merca no se podía creer. Terminamos las doce rayitas y de inmediato me puse a trabajar sobre otras doce. Chiquitas, lindas, para que la cosa durase. Para seguir estando ahí. Los tres. Hablando. Mamándonos. Creyendo que todo era posible y genial, hasta la más estúpida de las estupideces. Qué más se podía pedir? Qué más podíamos querer?
- Te diste cuenta que acá en Mar del Plata hay pocos telos – dijo Dani
- Ni idea – dije
- La otra noche estuve dando vueltas con la flaca por todos lados y ni mierda. Me la terminé garchando en el auto, en la escollera norte.
- Me estás jodiendo. Te la fuiste a coger al lado del puerto? – pregunté
- Sí, boludo. Estaban todos los pescadores re chotos, cagados de frío y yo dándole masa como el mejor. Vení con eso – Dani se metió dos rayas y me pasó el plato.
- Imagináte ir a pescar ahora, así como estamos – dijo Leo
- Nos matan. Viste que los pescadores son re canutos, que no quieren que nadie grite, que nadie hable, que nadie haga bardo. Los pelotudos piensan que los pescaditos van a andar escuchando lo que pasa fuera del agua. Los odio. – dijo Leo
- Los peces tiene orejas, o sea, escuchan.? – pregunté
- Más vale idiota, ¿cómo no van a tener? – dijo Dani
- Qué se yo! Yo a los peces me los como.
- A vos te gusta comer bagres – me cargó Dani
- Ah bueno, porque la flaca es modelo – lo chicaneé
- La flaca está rebuena, boludo - se defendió.
- Ya sé, te estoy jodiendo.
- Mañana llega la prima. Te quiere conocer
- Decile que nos venga a ver – propuse
- Ya le dije
- No tiene otra prima? – preguntó Leo
- No. Tiene un hermano, que si querés te puede romper el culo – dijo Dani
- Ni loco. Seguro que a vos ya te lo rompió, así que debe tener Sida – le contestó Leo
- Che boludo, qué vamos a hacer mañana? – pregunté
- Nada, vamos a tocar – dijo Leo
- Sí, pero hay que ver la lista de temas, cómo nos vamos a vestir, todo – dije
- Yo iría a fondo – propuso Dani – algo bien fuerte. Tocaría las canciones más al palo. Onda que la gente no entienda nada. Imagináte. Pensá que vamos a tocar de día y en la playa, y después de Hugo Varela.
- Ese tipo me hace cagar de risa. – dije
- Es un genio – dijo Dani
- Toma? – preguntó Leo
- Qué se yo?
- No sé
- Porqué si toma le podemos llevar un poco para pegar buena onda – dijo Leo
- Vos te pensás que le voy a llevar merca a Hugo Varela? – dije
- Qué tiene? Está bueno. Yo una vez tomé con el Caballero Rojo – aseguró Leo
- Con quién? – preguntó Dani
- Con el Caballero Rojo. El de Karadajian – dijo Leo
- Con ese? – preguntó Dani
- Sí boludo. Un fenómeno. Vivía a la vuelta de la casa de mi tío y un día el tipo estaba tan pero tan duro que desapareció. Se encerró en la habitación un rato y cuando salió, estaba disfrazado de Caballero Rojo y puso el disco de Titanes en el Ring, y se puso a gritar que la Momia no tenía aguante y que Karadajian era un negrero, hasta que apareció la mujer y nos echó a todos a la mierda. – contó Leo.
- A Karadajian le cortaron una gamba, no? – preguntó Dani
- Sí, por el faso – contestó Leo
- Che, boludo, en serio ¿Qué vamos a hacer mañana? Pónganse media pila – dije
- No me rompás la pija. ¿cómo querés que nos pongamos las pilas ahora? – dijo Dani
- Tiene razón Manu, dejáte de joder – lo apoyó Leo
- Son dos nabos.
- Pero boludo, ni que fuéramos a tocar en River – dijo Dani
- Qué tiene que ver? Si vamos a tocar toquemos bien – insistí
- Ya tocamos bien. Hace años que tocamos y tocamos bien. Hacé la lista que quieras, vamos y la tocamos – dijo Leo
- Tomá, calmate – me dijo Dani alcanzándome el vaso lleno de whisky y hielo.
En la tele seguían desfilando los gatos en un típico programa de verano. Playa, mar, bikinis, nada. La gente se paraba detrás de los entrevistados para salir en televisión, agitando cartelitos. “Laferrere”, “Wilde”, “Remedios de Escalada”. Cero glamour. Los tres veníamos a veranear a Mar del Plata desde que éramos chicos pero era notorio que aquello no podía durar mucho más tiempo. Lamentablemente cada vez éramos menos. Algunos elegían Pinamar, otros Punta del Este. Yo, a pesar de todo, sentía que no podía despegarme de esa ciudad. Ignoraba muchísimas cosas, pero sabía perfectamente que deseaba pasar los últimos años de mi vida en Mar del Plata.
Le pegué un trago al whisky, pasé el dedo por el plato y empecé a cortar lo último que quedaba. Las últimas doce rayas. Dani se paró, bajó el volumen de la tele y puso un cd con nuestras canciones.
- Loco, ¿cómo mierda es posible que no pase nada con nosotros? - preguntó – escuchá cómo suena. No hay muchas bandas que suenen así.
- Y para colmo los temas están buenos – dijo Leo
- Están excelentes – dije
- Y entonces qué mierda pasa? – volvió a preguntar Dani
- No sé. Habría que tocar más, moverse más, romper más las pelotas. Los tipos que llegan son los que más insisten, los que apuestan todo a fondo. – dije
- Y hagamos eso – dijo Leo – metámosle con todo.
- Dale – le dije a Leo, señalándole el plato. Ahí fue.
- Hagamos eso – volvió a decir Leo – vayamos a fondo
- Leo, ninguno de nosotros tres va a ir a fondo jamás. Somos demasiado cómodos, demasiado burgueses – dije - ¿vos nos ves cagándonos en todo para intentar llegar a algo con la música?
Leo no dijo nada.
- Yo no – dijo Dani – me encantaría, pero no tengo los huevos para dejar la facu
- Ahí tenés – le dije a Leo
- Yo tampoco dejaría la facu, pero igual creo que podemos darle un poco más duro.
- Eso sí – dije
- Pasado mañana viene un amigo que trabaja en La Capital para hacernos un reportaje y sacarnos unas fotos, para el diario del Domingo. – dijo Dani.
- Dónde tocamos? – pregunté
- En Waikiki – me recordó Dani
- Está bueno – dije
- Está buenísimo – dijo Leo - ¿no me digan que no estaría bueno dedicarse a esto? Tocar todo el tiempo, salir de joda, minas
- Dani, decile a la flaca que traiga a la prima – le pedí
- Boludo, una vez que te conozca no te va a soltar ni loca. Está enamorada. Va a venir mañana, pasado mañana, olvidate. Además tiene pinta de cojedora a full.
- Genial.
- No la volviste a ver a Ceci? – me preguntó Leo
- No
- ¿Qué cagada, no?
- No sé, ya fue.
- Traé para acá – pidió Dani. Le alcancé el plato.
- Yo tengo ganas de volver con Romi – dijo Leo
- No seas boludo – le dije
- Qué querés que haga? No me la puedo sacar de la cabeza.
- Te recagó Leo. Se fue a Uruguay con otro chabón – le recordé
- Ya lo sé, pero qué querés que haga, estoy hecho mierda
- Manu, te acordás cuando fuimos con la flaca y Ceci al departamento de mi vieja que estaba con faja judicial. – dijo Dani
- Qué noche!
- Sacamos la faja y nos metimos. Estaba todo perfecto, morfamos ahí, chupamos y cuando llegó el momento nos dimos cuenta que no teníamos forros – contó Dani
- Estuvimos dos horas buscando forros en Buenos Aires – dije
- Dos horas! No había por ningún lado. Y nos pusimos re locos porque se nos iba a enfriar la cosa. Farmacias, kioscos, nada, hasta que de pedo conseguimos.
- Yo me metí en la pieza de tus viejos – le dije – la del espejo. ¡qué culo que tenía Ceci, Dios mío! Me acuerdo que me la senté encima y mientras le dábamos no podía dejar de mirar el espejo. Te juro que me acuerdo de ese culo y se me para.
- Te hacés la paja pensando en Cecilia? – preguntó Dani
- Siempre
- Qué hijo de puta! – dijo Leo
- A ¿porqué vos no te pajeas pensando en Romi? – le dije
- Hasta yo me pajeo pensando en Romi – dijo Dani
- Sos vivísimo! – le dijo Leo
- Buen, boludo, pero te pajeas o no te pajeas pensando en Romi? – insistí
- Más vale, si está buenísima. Mirá, el otro día llamé una puta y cuando vino le dije que se pusiera un vestidito de Romi que tengo en casa. Te juro que fue como volver a cojérmela.
- Ah, estás enfermo! – dijo Dani
- No boludo, estuvo buenísimo – dijo Leo
- Entonces ponete de novio con la puta. Al menos ya sabés a que se dedica – le dije.
- Qué forro que sos – me dijo dolido.
- Buen, no te calentés
- No me caliento, pero ya fue. Tampoco es para andar enrostrándomelo todo el tiempo.
- Che, no quieren llamar unas putitas – dijo Dani
- Yo estoy re duro, no se me para ni a ganchos – dije
- Yo no conozco a ninguna acá en Mar del Plata
- Yo tampoco, pero le digo a mi mucama que se venga con un par de amigas – propuso Dani
- Tu mucama es puta? – preguntó Dani
- Decime qué mucama no es puta. ¿quieren o no?
- Por mi sí
- Si tienen ganas – dije
- La joda es que no hay más merca – dijo Leo – nos va a pegar un bajón de la gran puta. ¿Porqué primero no lo llamás al Tano?
- Loco, me dijo siete, siete y media
- Pero qué sabés, capaz tiene algo y nos habilita – insistió Leo
- Escuchame una cosa. Hagamos algo. Aguantemos hasta ir a lo del Tano y que las minitas vengan tipo nueve – propuse
- Ahí está – dijo Dani
- Ok. Tipo nueve? Llamálas boludo – dijo Leo.
Dani se paró, buscó su celular y salió de la habitación. A los dos minutos volvió.
- Listo – dijo – A las nueve están acá
- Le dijiste que no se vengan disfrazadas, no? – pregunté
- Qué?
- Y sí boludo, es un papelón. Se llegan a cruzar con alguien y me prenden fuego.
- No me rompás las pelotas Manu. Te ven todos los días dado vuelta como una media y te preocupas por cómo van a vestirse las boludas estas.
- Bueno, pero que entren por el ascensor de servicio.
- Sos un racista – dijo Leo
- Chupame la pija – le contesté
- Bueno loco, terminemos. Una cosa, si alguno chupa el plato con la lengua lo cago a trompadas. Pasamos el dedo y nada más. – advirtió Dani
- Ok
- Ok
Nos turnamos y cada uno se tragó sus dos últimas líneas. Después, como caníbales desesperados pasamos los dedos por el plato. Hambrientos adictos. Leo, al final, agarró el plato y lo chupó como si fuera la concha de Romi. Dani le pegó un par de trompadas en el brazo y los dos se fueron a caminar un rato. Apagué el equipo, miré el desorden, las botellas vacías, los ceniceros llenos y pensé que quizás por unos mangos más las mucamitas aceptarían limpiarme el departamento. Sin dudas lo harían. Así que salí al balcón y me quedé apoyado en la baranda observando a la multitud que aún poblaba la playa. Un día menos de verano, pensé. Estaba pasando demasiado rápido, a toda velocidad. Respiré profundo y me pregunté cuánto tardaría en llegar el bajón. No importaba. Todavía tenía mi reserva en el baño, junto con los antibióticos.
viernes, 25 de abril de 2008
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