lunes, 15 de marzo de 2010

ENCAJAR

Nos encontramos después de 5 años y fue todo un desastre. Pero antes de eso me había encontrado con su hermano caminando por la Av. Santa Fé, y fue él, quién me dio su teléfono. Así que lo llamé y quedamos en vernos en mi departamento. Habíamos sido los mejores amigos durante la secundaria y nos habíamos distanciado por un par de minas lo suficientemente cogedoras como para justificar semejante ruptura. El problema había sido que su cogedora pretendía encamarse conmigo, y a pesar de no haberlo hecho, él no había podido manejar el tamaño de su orgullo. En fin, para el momento en que nos encontramos hacía años que ninguno de los dos sabía nada de aquellas dos ninfómanas. Abrí la puerta, nos abrazamos, fuimos a mi habitación, puse Hotter than Hell de Kiss y cuando quise acordarme él ya tenía 4 líneas armadas sobre el escritorio. Enrollo un billete de diez pesos, hizo lo suyo y después me pasó el billete a mí.
Hablamos un rato sobre nuestros 5 años de ausencia, pero estaba claro que ahí lo que importaba realmente era la merca y no la amistad. Así que nos pasamos tres horas picando y armando y fumando y tomando cerveza y whisky, y escuchando más Kiss, más AC/DC y más Rolling, hasta que se hizo de noche y él tuvo que irse.
Recuerdo que me bañé y que al salir del baño me tiré de cabeza sobre el escritorio tratando de recuperar algún micropolvo de cocaína que nutriera mi energía para escaparle al bajón, que estaba ahí agazapado como un tigre salvaje que sabe que su hora ha llegado.
Volvimos a encontrarnos un par de veces aquí y allá y siempre terminábamos enroscados, sin hablar demasiado, como esas cosas contranatura que inventa la medicina, como esos dedos del pie que los injertan en la mano, pero que por más que lo intenten hacer ver como algo natural, la cosa realmente no encaja. Y él y yo nunca más fuimos capaces de encajar.
Hace poco lo busque en Facebook y lo encontré, y me quedé viendo su foto. Ahí estaba como todos, sonriendo desesperado por agradar. Me acordé de cuándo nos tirábamos a estudiar en la terraza de la casa de Saavedra para los exámenes de Diciembre, y de la vez que se había fracturado la pierna en cuatro partes. Después hice click en “salir” y apagué la computadora. Seguramente la realidad no fuera tan agradable.

No hay comentarios: