domingo, 14 de febrero de 2010

DESILUSIÓN

Era de madrugada y me encerré en el cuarto de servicio. Me senté y apoyé la petaca en la pequeña mesa. Era un whisky barato, malo, una bebida magra. Fui a la cocina en puntas de pie, busqué un vaso, hielo y un plato. Volví a la habitación y abrí el papel sobre el plato. Estaba ansioso, sediento y drogado, después de pasar el día aspirando líneas como un tornado. Ya no sentía nada. Tan solo a mi corazón destartalado zumbando en mi pecho. Toda mi boca era, un pedazo de concreto. Pero no me importaba nada, y seguí tomando y aspirando, armando líneas gruesas para después desarmarlas en otras más finas, como un arquitecto que se pone a jugar con las formas y sus posibilidades, haciendo ridículos cálculos, intentando descifrar cuánto me iba a durar la cocaína. Estaba entretenido, en otro mundo, en otra galaxia. Era un vagabundo escondido en una alcantarilla, un paria, un absoluto desquicio. Clavé los auriculares en mis oídos y con los Smashing Pumpkins creí estar tocando la parte más oscura del paraíso. En ese momento, me sentí inmortal, casi un vampiro. Pero se abrió la puerta y la vi observándome con sus ojos desintegrados, con esa tristeza que solo conocen los desilusionados. Entonces volví a la tierra y el suelo quemaba como la arena del desierto, y el paraíso se había desvanecido como la niebla. Intenté decir algo, justificarme y hacerla reír, pero no pude evitar quedar como un imbécil. Se acercó y se sentó en la cama con los brazos entre las piernas. Hablé. Le dije que no se asustara, que no era cosa de todos los días, que yo nunca faltaba en casa. Le juré que nunca más, que entendiera, que a veces uno se tentaba y no pensaba en lo que hacía, pero que yo sabía hasta dónde podía llegar con eso, que se quedara tranquila. Y amanecía. Y me dijo que prefería no hablar en ese momento, que tenía mucho miedo. Quise sentarme junto a ella, sin embargo el coraje me abandonó. Se paró y antes de salir de la habitación me dijo: “Andá a bañarte y después vení a la cama. Pero entrá despacito, así no despertás a la beba”.

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