miércoles, 5 de septiembre de 2012

Tarde o Temprano

Estamos todos resignados. Hablamos y hablamos como viejas fofas de pelo corto, pero no hacemos nada. Mientras tanto, ellos hacen con nuestras vidas lo que quieren. Pero es así, y parece que por ahora la cosa no va a cambiar. Todos los días es algo nuevo. Estamos atados a una cama y nos dejamos violar una y otra vez. Como si nos gustara. Como si disfrutáramos cada embate. Tenemos el culo bien lleno de leche, y aun así, no reaccionamos. La pasividad es un terreno fértil y el desánimo una oportunidad. Ellos lo saben. Lo tienen claro. El victimario siempre tiene en claro cosas que la víctima ignora. En el trabajo, en el taxi, en la calle, en todos lados te cruzás con víctimas amargadas, asustadas y acostumbradas. Y no está bueno vivir así. Transitar una existencia con este peso colgando de nuestros cuellos y con esta opresión clavada en el pecho, nos va a llevar a cometer actos de supervivencia. Eso es seguro. Tarde o temprano. El otro día un amigo me comentó que estaba teniendo reuniones con un movimiento político liberal. Me contó que se estaban juntando para definir diez puntos clave para mostrarle a la sociedad. Algo así como una plataforma política. Le dije que estaba equivocado. Le dije que estaban perdiendo el tiempo. Que estaban haciendo política a la antigua. La gente ya no quiere más políticos repletos de promesas. Quieren un líder que los lleve más allá de las palabras. La gente ya no cree en los discursos. Al menos por ahora. Primero, antes de volver a creer en ellas, la gente necesita acción. Necesita revelarse frente al orden establecido en forma potente. Él se enojó, me dijo que era un utópico y un anarquista y me cortó el teléfono. Cuando le conté a la flaca, ella estuvo de acuerdo, y además me dijo que estaba borracho y me aseguró que no se puede hablar de política estando borracho. Soy un anarquista, le dije. Dormí, me respondió. Anarquista o no, creo que esto termina yéndose al carajo. De lo contrario, lo que nos espera es mucho peor de lo que cualquiera pueda imaginarse. Cuando gobierna el resentimiento y la locura solo puede imponerse la maldad, la injusticia y la arbitrariedad. La obligación de un pueblo, no es respetar a la democracia a cualquier precio, sino defender la libertad. Y está visto que democracia y libertad, no son lo mismo. Pueden decirme facho, y en todo caso está bien. No le tengo miedo a las etiquetas. El ser humano necesita darle nombre a las cosas. Yo también lo hago. Y soy bastante cruel con la gente. O más bien distante. Y apático. En realidad, me cuesta conectar, generar vínculos. En una época fui muy bueno para eso. Para estar con y entre gente. Pero a medida que pasaron los años, fui perdiendo esa capacidad. Generalmente no me interesan la mayoría de los asuntos sobre los que habla la gente. O tal vez la edad me fue convirtiendo en un viejo estúpido incapaz de comprender lo que el resto de las personas dicen. Y no es para menos. Hace tiempo me di cuenta de que algo funciona mal en mi cabeza. Nada me alcanza para ser feliz y nunca alcanzo la felicidad. Para colmo esta realidad implacable es como un cuchillo afilado arrancándome la piel. Arde y duele demasiado como para permanecer indiferente.

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