miércoles, 6 de enero de 2010

MAQUILLAJES CORRIDOS

Vamos todos a ver al muerto. Vamos a llorar de la mano. Vamos a rendirle homenaje al que ya no está, al que se fue. Digamos frases hechas y tomémonos las cabezas. Preguntémonos porqué, y recemos al fin por él. Nos acercamos a la muerte para sentirnos más vivos, para mojarle su fría y siniestra oreja y congelarnos por dentro. Para volver a casa y valorar lo que tenemos, al menos por un instante, hasta el otro día. Cuando la muerte ya sea un recuerdo, cuando se convierta en olvido. En un comentario de sobremesa o en un increíble destino. Que pase el que sigue sin dar aviso. Mueran los muertos tranquilos. Aquí siempre tendrán testigos y maquillajes corridos. Amigos de los amigos y hermanos de los hermanos, anécdotas enterradas, ridículas carcajadas. Y el silencio y la cordura, la mesura y el respeto, se desintegran al ritmo de medios insatisfechos. ¿Qué más nos pueden decir? ¿Qué más nos pueden contar? ¿Qué más nos quieren mostrar? Si solo quedan escombros regados por los rincones. La batalla fue perdida y fue perdida la guerra. Y la desgracia inconmensurable después de tanta pelea, deja un cuerpo destrozado sin huellas ya de belleza. Lloran y se desgarran, se desangran los que quedan al borde del negro hueco, tan negro como la tierra.

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