miércoles, 16 de junio de 2010

EL PRIMERO DE LOS INMORTALES

Se muere un amigo y por un instante te quedás frío, porque los amigos no se mueren y resulta que para colmo eran inmortales, como vos. ¿O acaso vos no fuiste inmortal? Nosotros sí. Hasta la semana pasada, cuando nos enteramos de que ya no lo éramos. Hasta que nos contaron lo que había pasado y la concha de la lora…Uno menos de nosotros, de la barra del Pelle, egresados 1985, el primero de los inmortales en abandonarnos, en irse. Y cuando asumís que ya no vas a ver más a tu amigo, a no saber nunca más nada de él, te sumergís en la tarea casi imposible de recuperar los olvidos, para convertirlos en recuerdos, en hechos, en verdades y anécdotas, en pequeños homenajes extraviados. Pero no es tanto lo que realmente podés rescatar, o sí, no lo sé. Lo único que sé es que no alcanza. Nada de lo que hagas va a alcanzar para traerlo de nuevo, para darle una segunda oportunidad de honrar la eternidad de la vida. Para decirle: te equivocaste gil, ¿no te acordás que éramos inmortales? Dejáte de joder y no vuelvas a hacerlo.
Olvidate.
Se muere un amigo y no hay nada que hacer. Seguir viviendo, ver pasar la cosa, como todos los días, tratar de encontrarle la vuelta a la rutina e ir llenando ese nuevo vacío quién sabe con qué. Jamás con otro amigo. Los amigos no se reemplazan. Por eso, llega un punto en que todos nos quedamos solos.

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